Durante mucho tiempo recorrimos un camino donde , dejando cada dolor y vivenciando las pérdidas más profundas, pudimos ir trayendo un pedacito del Cielo de nuestra alma a la Tierra.
Sin embargo, con nuestra naturaleza humana nos fue difícil permanecer en el tiempo y espacio en una estabilidad que nos permitiera asegurar que estábamos vibrando en las más altas esferas de elevación y, ante la traducción que las emociones hicieron de nuestros sentimientos, nos vimos con la necesidad de hacer un camino inverso donde pudiéramos proyectar lo sucedido con nuestra realidad material al infinito.
Aprendimos a no negar lo que nos sucede, ni a intentar eliminar las emociones tan solo porque no nos gustara y, junto al aprendizaje que el entorno nos fue dando al obligarnos a mirarnos a nosotros mismos, llegamos al punto de la comprensión de que nada se desecha ni descarta, ni se evapora sino que se resignifica, entiende, y trasciende.
El mundo de la dualidad está encuadrado en los cinco sentidos que tenemos desde el nacimiento y como tal seguiremos observándolo pero sin la imperiosidad de tener que ser partícipe pasivo ni transgredor, porque estar inserto en la forma nos lleva a la corriente de la existencia participativa pero sin tener la obligatoriedad de subordinar la mente que aprendió a distinguir desde otra óptica lo que significa ser almas con un cuerpo humano.
Nuestro aspecto espiritual encontró un lugar donde poder manifestarse y, al compás de sus otros aspectos, puede interactuar en conjunto con una forma sin por ello perderse en su esencia.
Escuchemos las emociones, ellas tienen mucho por decirnos de la captación de este mundo y no sentenciemos ni de donde provienen ni hacia donde van , porque al ser finitas permanecen el tiempo lineal que dura la visión y el recuerdo , ellas nos llevan y traen , nos mueven desde lo inmediato pero, al permitir que fluyan naturalmente , contaremos cada día más con mayores herramientas de purificación para saber a que fragmento pertenecen.
Lo que caratulamos de "nada es para siempre" es lo que nos enseñaron a mirar desde la formación que va teniendo sus distintas etapas con su culminación, pero que mantiene intacta la esencia de quienes somos en profundidad.
Creyentes o no y más allá de toda lógica se encuentra lo imperceptible que no tiene explicación racional y que las mentes más agudas intentamos dilucidar.
Muchas corrientes y variantes sugieren el descanso y la relajación, otras el contacto íntimo con Dios, otras la permanencia en la naturaleza pero, más allá de toda forma que elijamos adquirir , la manifestación etérea de nuestra sustancia en algún momento hace su aparición en el denominador común puro y transparente de todos los que conformamos el Universo : EL AMOR.
Porque con él es como podemos ser nosotros mismos, como podemos dejar los escudos de lado y mostrarnos tal cuál somos , con él movemos el mundo entero aunque pareciera que todo permanece quieto,y con él es como podemos unirnos sin distinguirnos ni mejores ni peores, ni fuertes ni débiles, ni aptos o no aptos.
Y si podemos comenzar a entender que arriba estamos todos unidos y que en este plano vamos formando bandos inútiles basados en el poder del hombre y las apariencias , tal vez podamos ir aportando lentamente lo que somos de forma innata para hacer el camino inverso y llevarlo al Cielo.
Busquemos la analogía en el amor que cada uno de nosotros somos capaces de brindar y más allá de toda religión y creencia, advirtamos qué nos hace vibrar en la grandiosidad, que será el comienzo de un nuevo mundo para intercambiar con el Cielo y hacer fluido el amor en todas sus esferas...
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