sábado, 14 de abril de 2012

La determinación del cambio

Las contínuas sacudidas existenciales, los movimientos emocionales persistentes nos llevó a pasar por muchas variantes de creencias donde creímos haber llegado a la meseta y estabilidad que nos marcase que habíamos llegado al final de nuestro aprendizaje.

 Sin embargo, por más persistencia de deseos de liberación no pudimos desprendernos de lo que nos ató a tener que tomar posturas de lo que vimos y por lo tanto tener que ubicarnos de un lado u otro.

El desequilibrio traducido en agobios nos llevó a tomar y a soltar, tirar y aflojar,  y confundimos en muchas ocasiones el hacer y el ser perdiendo la capacidad de discernimiento de la decisión  adecuada para enfrentar las situaciones.

No obstante, el mezclarnos pudo traernos momentos desfavorables, de desánimo pero no perdimos la impronta de trascender y trascendernos teniendo que probar todas las variantes y posibilidades aunque el sentido y resultado final no haya sido el esperado.

Fuimos para un lado, quedamos estancados, nos dirigimos hacia el otro y derrapamos pero siempre nos movimos, intentando encontrar la salida liberadora que desatara nuestros propios nudos.

En otras tantas ocasiones tuvimos condescendencia hacia nosotros mismos, nos dimos los tiempos de sanación necesarios para avanzar , nos quedamos quietos, fuimos espectadores y no partícipes pero  nuestra intención siempre estuvo ligada a nuestro corazón.

Observando el mundo que nos rodea pudimos notar que muchas personas estaban  haciendo un recorrido similar buscando sus propios recursos y otros , sin percatarse que existiera  una manera diferente de vivir,  quedaron en la resignación de lo aprendido adaptándose a lo que con dolor venían venir pero, como sea y  en todos los casos,  no pudieron haber movimientos significativos hacia adelante si no se partió por la postura y determinación de querer verdaderamente un cambio. 

De nada sirvió que vinieran a decirnos, que nos prometieran  lo que deseábamos, que nos atrayeran con creencias tentadoras si desde el interior la mente, junto con su parte etérea y subordinada a ella, no cedía su poderío armado de programaciones al alma que existió por siempre.

Quizás no supimos hacia donde íbamos pero si supimos hacia donde no queríamos regresar y con esa impronta , tuvimos que interceder con la razón para orientar el cuerpo y las acciones hacia determinadas situaciones.

Pudimos vivenciar estancamientos, mirar la quietud asociada a regresión pero vimos renacer sólo a aquellos que con ansias de superación y espirítu arriesgado se tiraron al vacío sin saber con que se encontrarían. 


Todos, absolutamente todos tenemos las capacidades para avanzar, para elevarnos,  pero si no las utilizamos dudo que podamos hacer realidad en este mundo terrenal los sueños que tanto tiempo permanecieron en nosotros.

Existe un tiempo para cada cosa, y existe un libre albedrío para determinar cuáles son esos tiempos en nosotros cuando depende de nuestros pensamientos y acciones,  y si no comenzamos por utilizar todas las herramientas de todas nuestras facetas nos quedaremos haciendo mayor peso de un lado que de otro desbalanceando nuestra propia vida.

El dejar ser tiene que ser equilibrado con el hacer que pertenece a nuestro plano material y si logramos desde nuestro interior la justa medida de las polaridades estaremos proyectando la Tierra en el Cielo , el Cielo en la Tierra y  uniendo lo denso con lo etéreo para formar una sola unidad que conforman el Universo de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario