Fuimos por la vida, acorde a como nos enseñaron , a buscar aciertos y equivocaciones que, aunque han sido muy propicios al momento de afianzarnos en el yo de la personalidad y conducta, de grandes nos bloquea y nubla la verdadera esencia de la vida misma.
Pudimos encontrar a lo largo de nuestro crecimiento distinciones que nos ayudaron a discriminar lo que , como humanos , requerimos para una vida que no nos dañe a nosotros mismos ni a los demás, pero si no comenzamos por desandar lo que posteriormente se convirtieron en duras reglas rígidas de falta de piedad, es probable que terminemos nuestros días preguntándonos una y mil veces en qué nos equivocamos y que hicimos horrorosamente mal.
Si partimos por entender que estamos en un aprendizaje donde todo lo que nos rodea surge de lo existente aunque no nos agrade , tal vez podamos comenzar por cambiar la visión que lo que formó parte de nuestro recorrido circunstancial, pase a transformarse en lo que nos ayudó a crecer pero que al presente va perdiendo su efectividad de ser.
Conforme a cada etapa de nuestra vida requerimos vivir diferentes circunstancias que nos permitió avanzar a nuestra propia trascendencia y superación, y nada de lo que hicimos pudo estar errado si partió del amor y creencia natural de lo sentido en el momento.
No venimos a descartar lo que optamos en algún trayecto sino que venimos a saltar cada obstáculo con la mayor entereza que podemos desplegar dentro de la entramada historia que nos toca vivenciar.
Ir hacia adelante es entender que no podemos llamar equivocaciones ni aciertos a lo que se le dio respuesta como sentimiento genuino y que nos hizo crecer aunque aún sintamos estar estancados.
El ser humano, junto con la formación y programación, aprendió a tomar, a hacer suyo el deseo, a poseer, a resguardarse, a encontrar espacios íntimos de protección, y cada oleada de cambio llegó a nuestras vidas como una amenaza que muchas veces quisimos evitar y con resistencia opusimos desde nuestro miedos a la renovación e innovación.
El temor a lo desconocido en varias oportunidades nos paralizó y nos llevó a decidirnos a quedarnos en el mismo lugar, evitando así movimientos para nuestra creencia innecesarios por modificar lo que aprendimos a retener con creces.
Como la vida fluye, las energías se fueron moviendo constantemente , y no tuvimos más opción que ir acompañando como sea, con negación o ayudando , las vibraciones que nosotros traducimos como sacudidas y, ante el desconocimiento, atribuimos de acierto o equivocación lo que pertenece a una corriente natural de la vida.
Y dentro de nuestra creencia, hoy no podemos perdonarnos esos supuestos errores y tiranizamos nuestro interior con sentencias de bueno, malo, reversible o irreversible.
En el mundo de la dualidad y los extremos, e insertos en un mundo que caratula permanentemente bajo los conceptos de la razón, no es muy difícil perder la perspectiva de quienes somos en esencia y hacia donde apunta nuestra existencia.
Si decidimos vivir en los opuestos constantes sin unirlos , nuestros pasos serán de éxitos y fracasos, destrezas y errores, y estaremos permanentemente condicionados por las opiniones propias y de los demás, pero si abrimos nuestro corazón a la esencia innata de amor no podemos encontrar equívocos en nuestra manera de actuar porque desde el amor mismo al cuál pertenecemos no existen afectos que estén en falta.
Si cada paso significó para nosotros la pasión que llevó a la decisión tomada , no podemos tildar de equivocado si tuvo su tiempo de cimentación y realización y ahora se convierte en un próximo paso de maduración.
Que veamos que nada esté fuera del lugar que tiene que ocupar, no implica una debilidad ni una indiferencia, sino es poder ver con los ojos de Dios cada situación y persona.
Y si nos permitimos avanzar en lo que creímos que estaba errado, es probable que con el correr del tiempo lineal dejemos de castigar y castigarnos por sentir que no cumplimos con lo pactado y podamos abrirnos al mundo de la no discriminación y unión entre todos.
Desde el amor es donde podremos trascender lo que sentenciamos y desde la paz es como podremos vivenciarla sin miedo, paremos los pensamientos por un instante y dejemos vibrar el ser , ahí está nuestra auténtica manera de apreciar la vida como almas con un cuerpo humano.
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