En todo este trayecto donde aprendimos a centrarnos en
nuestro ser, tuvimos que adquirir habilidades para ir dejando cada aspecto
limitado que no nos permitió crecer y darle una nueva visión a lo que antes
tenía un valor desmesurado para acomodarlo en el lugar apropiado.
Sin embargo, desde pequeños supimos aprender a partir de lo que nos dijeron y
no es sencillo afianzarse en el ser interno que posee la única verdad
que, sin desmerecer otras diferentes, ya no necesita referentes
para su desarrollo.
Cimentar con firmeza la sabiduría interior, sabiendo que una nueva mirada
traerá aparejado el encontrarse con distintos argumentos mentales que
querrán hacer tambalear lo adquirido, es el obstáculo con el que nos
toparemos cuando aún no podemos vislumbrar la plenitud que se siente cada vez
más cerca pero que no puede afianzarse.
Para estabilizar y fortalecer las ideas y el sentir del nuevo SER , Dios y la
vida nos pondrá a prueba, y hasta no devaluar todo lo externo quitándole el
poder ficticio que tiene, no creo que podamos percibir la totalidad absoluta de
la paz y, acorde a las vivencias, para algunos pasará por tomar las
decisiones importantes que darán un giro radical a sus vidas, incorporando esas
cuotas de valentía que nunca se tuvo y para otros, como los que hicimos hasta
agotarnos, será la pasividad y recepción quien deba estar en el día a
día.
No hay recetas del buen vivir ni que es lo más apropiado
para cada circunstancia , sólo está el despliegue del ser interior que nos
guiará el camino de vuelta a casa , a nuestros orígenes, al término de nuestras
actuaciones .
Quizás sí podamos tomar como denominador común eso que tanto
nos cuesta pero que ya nuestros antepasados nos decían para superar los
obstáculos de la vida: tiempo, tiempo para dejar que todo siga su curso natural
y resignificar el presente forjando un futuro con una nueva visión que
nos encuentre definitivamente libres y sin sufrimientos.
Cuando Jesús habló de la puerta angosta no en vano advirtió
lo que implicaría seguir los pasos de la liberación, porque lo que
creímos que ya tendía su final del calvario, nos volvió a encontrar con
nuevas estaciones para ser recorridas.
Si sentimos que ya no tenemos más por dar ni por sanar, y
resignificamos todo lo que tuvimos alrededor,posiblemente el no encontrar
la plenitud no sea debido a lo irreal de los sentimientos, sino a un paso
más en la escala de evolución que implica la devaluación de todo lo externo
como fuerza poderosa que se mueve en lugar nuestro.
En este sentido el significado de desvalorización tiene
relación con dejar caer todo lo real externo a nosotros como para dejar de
amarrarnos y perder el centro de todo lo aprendido donde pusimos el mérito
ajeno en detrimento de nosotros mismos. Si algo aún genera dolor, es porque
existe un lazo que hace que todavía nos veamos reflejados en eso que no somos,
y para que pierda el valor desmesurado tendremos que ver como se derrumba en
nuestra mente con las frustraciones y fracasos que conlleva la pérdida de la
ilusión depositada en ese afuera.
Si cuando aprendemos a caminar creemos que podemos hacerlo
únicamente cuando nos toman la mano, es probable que suframos si nos dejan sin
apoyo y nos quedemos reclamando esas manos que nos ayuden a pisar firme,
cuando en realidad la capacidad está en nuestro ser que sabe hacerlo
solo.
La ilusión de creer que no podemos, es lo que nos hará tener
temor, y si volvemos aferrarnos a esa ayuda estando poco firmes internamente,
posiblemente terminemos dándole todo el mérito al afuera que puso su energía y
valor para rescatarnos de sentir que no podemos solos.
Quizás si pudiéramos ver que las decepciones son
necesarias como parte del aprendizaje intentaríamos tomar con la mayor calma
posible las caídas que, paradójicamente afianzan nuestro ser.
Estamos acostumbrados a no profundizar demasiado y a ser
categóricos haciendo descartable lo que no nos sirve, y no podemos darnos
cuenta que lo que parece más inútil es, en realidad, el incentivo tal vez
poco grato pero movilizador, que la vida nos da para aprender.
Dejemos de imponer verdades ficticias que lo único que hacen
es dañarnos aún más al hacernos creer que el camino está equivocado. Nada está
fuera del lugar en donde hasta el momento tiene que estar , sigamos mirando
desde el ser interior que tiene la claridad de ver lo que aún no podemos con
nuestros ojos.
Si pudiéramos dejar desfallecer hasta lo más amado, tal vez
el día de mañana podamos volver a encontrarlo sin las sombras que recubrieron
su ser . Ayudemos a que los demás pueden verse reflejados en nosotros con una
luz clara y transparente y no con las dudas que la mente insiste en plantear.
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