Dentro del complicado andar por la vida, donde tuvimos que
aprender más allá del conocimiento que nos pudo brindar cada evento, nos
encontramos con algunas esperanzas , por mínimas que hayan sido , de encontrar
esos sueños profundos del corazón donde se armó el ideal que
buscamos en nuestra propia trascendencia.
Sin embargo, el tiempo siguió pasando y no tuvimos más
opción que seguir fluyendo con la vida, aceptando lo que vino como aliciente
renovador o desmoralizador, y así como las partes se fueron acoplando donde
pudimos darle cabida, esos sueños transformados en incumplidos se fueron
colando por los costados y derramando su pasión originaria completa de
emociones, sensaciones y sentimientos.
Nuestra mente se alió con el alma para formar escenas de
conjunción perfecta, de amor sin barreras, de un mundo posible de
condescendencias y, aunque entendimos que cada uno hizo lo mejor que pudo su
propio camino , no pudimos dejar de reconocer que los sueños necesitaban ser
compartidos en alguna medida de su realización al interactuar con el medio
permanentemente.
Aunque entendimos que nada estuviera fuera del lugar que Dios le da
a cada situación , el libre albedrío acompañó las analogías y
distancias que se generaron entre nosotros, y su consecuencia es la
realización conjunta del ideal que siempre soñamos y que no obstante es muy
difícil de lograr.
Si nuestras metas consistieron en una vida que gire entorno
a un individualismo donde las necesidades básicas e ideológicas fuesen
cumplidas desde la propia decisión, es indudable que no requerimos de
similutudes ni afinidades con quien estuviera a nuestro lado y pudimos sentir
realizaciones plenas. No obstante, si a la propia sabiduría interior de
paz, también le agregamos las relaciones que se pronunciaran en igualdades de
sensibilidad y empatía donde los color de rosa comenzaron a no existir, tuvimos que partir nuevamente a hacer revisiones que nos llevara al inicio para
entender que sucedió con la inserción que tuvimos como seres espirituales con un
cuerpo humano en un medio tan diverso y complejo como lo es el terrenal.
Entregar los deseos, las pasiones por un mundo mejor y no
conformarse con respuestas sencillas de resignación, fue darle el pleno poder a
un Dios, un Ser Superior, una fuerza trascendental que aunque no entendiéramos cuáles fueran Sus Planes , confiamos en que nos daría las respuestas del entendimiento de por
qué no alcanzamos a ver los frutos después de muchos años de cosecha.
Entregar sin reparos lo mejor que tuvimos fue el mejor regalo
que pudimos darnos y darle a la vida, pero sentir el desánimo de lo que el ser
proyectó como sueño fue tan emocionalmente auténtico como el sentimiento
de desorientación de hacia donde seguiríamos dirigiendo nuestras metas.
Las expectativas humanas nos puso al tope de nuestra
fuerza interior y exterior para actuar y seguir intentando acceder al ideal de
nuestra plenitud, pero encontrar la sabiduría de hacer el alto necesario
para rever nuestra naturaleza espiritual sólo lo dará las consecuentes pérdidas
cansadoras de lo limitadamente terrenal.
Si tuviésemos sólo una faceta humana por cumplir es indudable
que no habría muchas más preguntas para hacer y no nos quedaría hacer
categórico lo que es o no lo es , pero entender que respondemos a otro aspecto
del alma etéreo que busca insertarse en el medio para su consecuente
superación en la encarnación, es tener que ampliar y dejar librado al universo
lo que no llegamos a entender desde nuestros sentimientos y emociones.
No podemos ni tenemos por que despertar a los demás, tenemos
que ocuparnos de estar nosotros con plena conciencia de lo que hacemos, percibimos,
sentimos y aunque quien está al lado no haya podido siquiera vislumbrar
nuestros propósitos no podemos hacernos responsables, aunque nos duela ver el
camino que recorrimos juntos o separados uno del otro.
Las decepciones se generan a partir de la no concreción de
las metas que nos trazamos en algún momento de nuestra vida, de la no respuesta
de amor a nuestra voluntad de ayuda y de la tristeza de aceptar que no fue
comprendida nuestra actuación incondicional de amor, y convivir con el propio
regocijo y satisfacción sin reconocimiento ajeno es lo que tenemos que aprender
a tomar como valioso sin esperar nada a cambio.
Estamos a acostumbrados a dar y querer recibir pero si no
vemos lo fundamental del propio crecimiento interior al no volver de la misma
manera lo que emergió de nosotros , es posible que sigamos penando y sintiendo
vacíos de alma que sólo puede ser completado por la esencia divina que Dios nos
regaló.
Lograr la unidad de cuerpo, mente y espíritu quizás no fue
tan difícil, pero nuestro mayor desafío luego del logro será vivir con
esa integridad en un mundo que tiene apariencias marcadas entre el hacer, ser,
densidades, discriminaciones, separaciones fortuitas y desconocimientos de por
qué vinimos al mundo.
Las propias realidades nos separarán un vez más todos los
días y nuestra misión será seguir viendo la Unidad Universal que
somos como seres humanos detrás de las pequeñas verdades que decimos tener a
nivel humano. Luego...dejar fluir...porque si hay un Plan Divino ya no tenemos
más que esperar a que haga su aparición en la "forma" en que Dios
quiere llevarlo a cabo...
Aceptación y amor...y entre ellos ..los sueños escurridizos
que se perdieron entre el mundo real que nos resistimos a aceptar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario