lunes, 23 de abril de 2012

Desandar interpretaciones de los milagros

Cuando agotamos nuestros propios recursos para la concreción de lo que deseamos,  y sentimos que pusimos hasta la última gota de esfuerzo y empeño para lograr atraer lo que tanto nos moviliza pero sigue siendo inútil nuestra participación, no nos queda otra alternativa que soltar y dejar que siga su rumbo junto al fluir de la vida.

Sin embargo, dejar libre no es sinónimo de dejar de sentir y , por lo tanto, lo que comenzó como la búsqueda del anhelo,  se transforma en la espera, consiente o inconsciente, de lo que llamamos milagro , hecho que sucederá sólo con la intervención divina de Dios.

Si pretendemos seguir analizando desde nuestra dimensión, por más que quisiéramos darle matices más claros,  nuestra mirada se centra inexorablemente en la frustración,  impotencia y el  sentimiento  de  imposibilidad de poder revertir lo que sucede.

 Hasta aquí llegamos, nos sentimos inútiles , peleamos contra la naturaleza de las cosas, de las personas y no nos explicamos por qué motivo no gira el rumbo de los acontecimientos viniendo hacia nosotros.

Suplicamos y aún así no pasa nada, pero nos hartamos de seguir sintiendo con tanta intensidad ese deseo,  y nos preguntamos cómo puede  permanecer en el tiempo tan intocable e íntegro. 

Miramos alrededor y la vida continúa, los días siguen pasando, lo cotidiano se presenta ordenadamente y, como cíclico, se repiten los días de la semana y nuestras actividades. Nos distraemos, subimos el ánimo, lloramos , penamos y revivimos una vez más y, entre todo ello, sigue inalterable la pasión de lo imposible para nuestras posibilidades.

En realidad nos vamos damos cuenta que siempre permaneció en nuestra alma pero  que fue y vino tantas veces en la mente , que los pensamientos se chocaron y generaron mayor vibración e intensidad. Se cargaron de dudas, después descansaron y cuando creímos que  por fin se estaban yendo, otra vez aparecieron con el afán de realización. 

Así días, meses y hasta años,  hasta que esos mismos pensamientos se van agotando dejando de lado lo que buscó sólo para sí,  y va dando paso a la purificación de ideas y sensaciones.

Lo que tenía una visión acotada comienza a abrirse y a generar un abanico de posibilidades donde todos estamos insertos y lo que vimos que empezó en dos personas se  fue extendiendo de a poco, al resto de la humanidad. No podemos , de esta manera encontrar el beneficio sólo propio  y la percepción se va iluminando cambiando el concepto de lo que estábamos esperando y viendo sutilmente donde  Dios tiene que poner su Gracia para que se genere el cambio.

Abramos la mente, dejemos de mirar nuestros deseos unilateralmente y preguntémonos quien más se beneficiaría ante la concreción de tal asombro. 

No creo que para poder ver  sea necesario ni siquiera discriminar los milagros , ni pensar  que algunos  vayan en  detrimento del otro sino que cada uno actuaría como una red donde estando todos asociados y unidos, podríamos ir alimentándonos intercambiando el mejor nutriente que tenemos, el AMOR en todas sus formas y maneras.

Analicemos mirando nuestra alma qué anhelamos tan profundamente y es probable que nos demos cuenta que la autenticidad de ese intenso deseo posee esas características porque con él viene añadido lo fundamental que en esencia tenemos que ver, sólo que no lo sabíamos hasta que corrimos cada pétalo marchito que nos entorpeció el camino. Nada está equivocado, nada tiene características de bueno o malo , sólo son caminos más o menos tortuosos que nos llevan al mismo lugar: el reconocimiento de nuestro ser interior,  la Paz y el Amor de Dios...


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