Y cuando pudimos trascender lo externo y las formas, ya no hay más palabras por pronunciar, ni textos por
comprender, ni sueños que esperar, sólo estamos frente a nosotros mismos con
esa parte que siempre desconocimos y que nos trajo toda la verdad que estábamos
buscando.
Años de lucha, mucha angustia, muchos recuerdos de una vida
que se nos fue sin saber que ocurrió en el medio de tanto desconcierto.
Observamos nuestra niñez, podemos vernos sonreír, buscamos el mayor de los
afectos de la mano de nuestros padres y nos lanzamos a la vida para hacer el
rol de adultos responsables.
Amamos, caímos, nos esforzamos , nos quedamos descansando y
aún así seguimos buscando la respuesta de nuestra existencia en referentes que
nos dijeran de que se trataba la escuela de la vida.
Armamos ideales, fuimos fieles a lo que creímos conveniente
y actuamos acorde a esas creencias, pero no nos dimos cuenta que
estábamos ante el mayor desconocimiento de nuestro transitar cotidiano: no
saber quienes somos desde nuestra integridad porquedesde nuestro ego ya nos
habían enseñado .
Hicimos mucha actuaciones en búsqueda de ese rol que mejor
nos quedara, fuimos buenos hijos, profesores, amantes , trabajadores, pero no
fuimos la esencia que intentó salir con pequeños indicios de un mundo mejor.
El dolor sólo estuvo para advertirnos que aún no
habíamos encontramos el cauce de la plenitud, pero sólo alcanzamos
a atribuir la pena a lo externo buscando responsables del ser lastimados
fortuitamente sin darnos cuenta que esa persona solo permaneció actuando en la
misma obra que nosotros haciendo su mejor actuación.
Cuando podemos observar el desconocimiento ajeno es cuando
advertimos nuestro propio camino de incomprensión que tuvimos que trascender,
dejando cada aspecto limitado del ser que buscó sobresalir en las
circunstancias más tortuosas.
Ahí dentro, ahí en nuestro corazón está a quien buscamos
siempre. Tu Dios , el mío, el nuestro y cuando podemos tenerlo cara a
cara es cuando ya no nos preguntamos para qué y por qué estamos ya que no hay
más expectativas por cumplir, ni sueños por realizar, sino por reconocer,
amar , mimar y comprender; la búsqueda incansable consciente o inconsciente de
la trascendencia del ser humano al encontrarse con su propia esencia.
Es el, o ella, o ninguno o todos, el Dios que no tiene
religión, ni condicionantes , ni dogmas , ni siquiera palabras por decir.
No se escucha, no se ve, no se toca, se siente con el alma y ahí habita,
en tus amaneceres, atardeceres, llantos , alegrías, amores y broncas...nunca
puede dejar de estar porque forma parte de nosotros . En el silencio, en el
ruido, en la pradera o montaña, en tu ambición, en tu derrota ..ahí está...ya
no busquemos más afuera lo que por esencia pertenece al mundo mágico y
maravilloso que creímos que sólo podíamos ver en las películas .
El mundo es real, nosotros somos reales , no hace
falta vivir de ilusiones ni de creencias utópicas para llenar de amor nuestro
nacimiento. Vivamos en el ahora que no sentencia modos de pensar ni actuaciones
inútiles, cada uno en su camino puede hacer un paraíso de amor aunque por
ahora lo vivamos desde nuestro interior .... ...que las rosas tengan espinas no
significa que no posean el aroma que las hace bellas para ellas mismas y para
lo nuevo que puede estár por venir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario